[Fuente: www.expansion.com]
El primer descorche de Bodegas Mustiguillo se produjo en EEUU, donde, desde sus inicios, comercializa el 35% de la producción total de la empresa familiar.
A veces ir contracorriente es la clave del éxito. Innovar y romper con la tradición es lo que hizo que la familia Sarrión decidiera relanzar la actividad viticultora iniciada décadas atrás. Antonio Sarrión explica que al crear Bodegas Mustiguillo, la apuesta fue la de pasar de la viticultura a la enología, es decir, a la comercialización de vinos embotellados.
El padre de Antonio y Julián Sarrión, principales impulsores de Bodegas Mustiguillo, era propietario de varias viñas en la comarca valenciana de Plana d’Utiel. El negocio del vino no es precisamente uno de los más rentables en la zona ya que la uva autóctona Bobal es una variedad bastante denostada que está volviendo a recuperarse gracias a apuestas como la de Bodegas Mustiguillo.
La viticultura y la enología son más un estilo de vida que un trabajo. Es uno de esos oficios en los que no se puede desconectar ya que a todo el mundo le agrada un buen vino y la actividad de ocio preferida por los bodegueros es visitar a otros amigos de la profesión para intercambiar impresiones sobre la temporada o descorchar una botella para comentar su olor o su sabor al paladar.
Bodegas Mustiguillo nació así, impulsada por la ilusión y la fuerza de los hermanos Sarrión que se volcaron en sacar adelante el proyecto. Antonio Sarrión recuerda el momento de dejar su actividad para estudiar enología. “Estudié con muchas ganas y mucha ilusión una segunda carrera y la verdad, me encontré muy a gusto, el cambio fue muy radical, para mí fue como una droga”, confiesa.
El primer paso fue decidir qué tipo de producto querían hacer y esa fue una de las primeras disyuntivas a las que se tuvieron que enfrentar. Según explica Sarrión, cuando se fue introduciendo en el mundo del vino y empezó a catar vinos, se dio cuenta de que debían ir hacia otro sitio. A pesar de ir en contra de lo que se hacía en la zona y de apostar por algo sorprendente para el sector, Sarrión pensaba que “nuestro camino debía ser el de la especialización, y no había porqué hacer un vino de una variedad que no fuese la nuestra”. Su reto era hacer un producto selecto y para ello usar la variedad bobal, un cultivo muy mediterráneo y muy marcado por la tradición.
Mientras tomaban la decisión tuvieron que enfrentarse a la financiación del proyecto. Por mediación de una hipoteca de los inmuebles y de la finca hicieron un proyecto de viabilidad y lo presentaron para obtener parte del capital necesario. En el año 2000, elaboraron su primer vino. Después de muchos días sin dormir, de recoger kilos y kilos de uva y después de la elaboración del vino, Bodegas Mustiguillo había escrito el primer capítulo de su historia como bodega.
Todo había funcionado bien hasta que, en Semana Santa en una comida familiar, Antonio Sarrión dio la noticia. Pensaba que el vino que habían elaborado no daba la talla y no quería comercializarlo. Finalmente, la familia optó por hacer números y valorar si podrían esperar a la siguiente temporada sin ingresar un euro y decidieron asumir los costes. Esto suponía que en lugar de salir al mercado en 2001 con la cosecha del 99, venderían su primera botella en 2002, con la cosecha de uva del 2000, es decir, que hasta el tercer año de funcionamiento de la empresa no comenzarían a facturar.
Antes de tratar vender el vino en su tierra, Sarrión decidió hacer una aventura por el exterior y a vender el vino fuera. Tanto es así que Bodegas Mustiguillo consiguió colocar su primera cosecha entre EEUU, Suiza y Reino Unido y realmente en España se quedó solamente un 2o,3%.
A través de otro prestigioso bodeguero, una de las botellas llegó a manos de una importante empresa importadora que les solicitó una reunión para intentar llegar a un acuerdo de exportación. En un par de horas, la bodega consiguió vender para el mercado estadounidense en torno al 35% del total de la producción a un precio veinte veces más alto que el precio medio de la comarca.
Hoy, Bodegas Mustiguillo suma tres variedades de vino, Quincha Corral, Finca el Terrerazo y Mestizaje, que se venden, principalmente, en EEUU, Suiza, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca y así hasta once países más, si bien, ahora están intentando aumentar la cuota de producto destinado al consumo nacional. Sarrión explica que para él “es muy grato que vayas a Valencia a un restaurante y, en tu tierra, la gente valore tu producto”.