[Fuente: emol.com]
Un escocés radicado en Chile hace 14 años, tuvo la idea de mezclar sus dos pasiones: la astronomía y su amor por el vino. El resultado, un Cabernet galáctico.
La idea de Ian Hutcheon fue mezclar sus dos grandes pasiones: la astronomía y el vino. Y para eso estaba en el lugar más adecuado, Chile, así que se consiguió una roca caída a la Tierra hace miles de años, la mezcló con un Cabernet 2010 y obtuvo como resultado el primer vino hecho en base a un meteorito.
Esa es la forma fácil de decirlo. Lo cierto es que fue un trabajo de mucha experimentación que se inició cuando este escocés radicado en Chile hace 14 años, consiguió que un coleccionista de Estados Unidos le donara un meteorito que se formó hace unos 4.500 millones de años, que cayó en nuestro país.
Tras probar con variadas cepas y ver las distintas reacciones, se decidió por el Cabernet, que se da muy bien en San Vicente de Tagua Tagua, en la Sexta Región.
El pedazo de roca, de tres pulgadas, se introdujo dentro de las barricas de roble donde el vino maduró por 12 meses. Luego, el líquido se mezcló con un Cabernet Sauvignon de la Viña Tremonte y el resultado fue este «Cabernet Meteorito 2010».
«Al probar este vino estás degustando elementos de los orígenes del Sistema Solar», explica Hutcheon a Emol. «Es muy robusto, de buena calidad… es difícil ser objetivo, pero tiene un leve sabor más vivo, como que se levanta, al menos eso es lo que sentimos», agrega tratando de explicar a qué sabe este brebaje espacial.
La producción del vino Meteorito corresponde al año 2010, aunque la de 2011 ya está en camino. Es posible comprarlo en el mismo Observatorio de Tagua Tagua (a poco más de una hora de Santiago), por $5.000 pesos.
Pero el vino galáctico no es exclusivo en su tipo. Una visita guiada al observatorio permite, además de utilizar los telescopios para admirar galaxias, nébulas y planetas, probar otro brebaje típico chileno y que también fue mezclado con el meteorito: Agua ardiente.
«Eso lo hicimos por entretención. Quisimos ver qué resultaba y nos sorprendimos al ver que cambió su color. El líquido es negro, pero además quedó de muy buen sabor, más suave, no es agresivo ni quema, es hasta rico», explica Hutcheon, orgulloso de su experimento.
Probar el agua ardiente espacial es gratis, ya que se ofrece como cortesía dentro de la visita al centro astronómico.