Diferencias entre los vinos del Viejo Mundo y los del Nuevo Mundo

Siempre desde un punto de vista muy amplio y genérico, haremos un análisis de las principales diferencias entre los vinos del Viejo Mundo y los del Nuevo Mundo, que son los dos grandes grupos en los que se encuadran los vinos del planeta.

Antes de comenzar, debemos hacer dos aclaraciones. La primera, es que resaltamos que este tipo de temas se tratan desde un punto de vista general, ya que en los distintos lugares de la Tierra se elaboran vinos con particularidades y características propias. Y la segunda, es que a los fines puntuales, “Viejo Mundo” hace referencia a Europa, y “Nuevo Mundo”, al resto del planeta vitivinícola, incluyendo a países como Argentina, Australia, Sudáfrica, Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda, México, y a todos aquellos productores fuera de Europa.

Para explicar las diferencias entre estos dos tipos de vinos, vamos a analizar cuáles son los factores que provocan que en el producto final se detecten dichas diferencias. Y esos factores son fundamentalmente tres: el clima, el marco de regulación, y los años de experiencia. Estos tres ítems que veremos por separado, son los que, siempre hablando de rasgos generales, imprimen las peculiaridades que distinguen a los vinos del Viejo y del Nuevo Mundo.

El clima: las regiones o zonas vitivinícolas de Europa, son en su mayoría más frescas que las demás. En los países fuera de Europa donde se elabora vino, los rangos de temperaturas son superiores, como así también la cantidad de horas de sol acumuladas durante la maduración. Esto redunda en el Nuevo Mundo en mayor producción de azúcares (por lo tanto mayor graduación alcohólica), y mayor maduración polifenólica (por lo tanto más color, menor sensación de astringencia, aromas más intensos y “cuerpo más robusto”).

Y como último punto, menor nivel de acidez, ya que es el combustible sobre el que primero echa mano la planta para consumir y hacer frente al calor (lo que redunda obviamente en menor cantidad de gramos por litro de ácido natural). Por supuesto, en el Viejo Mundo sucede lo contrario, donde se obtiene una menor graduación alcohólica, colores más tenues, astringencia más marcada, aromas más sutiles, “cuerpo más ligero”, y niveles de acidez superiores.

Son en principio, los vinos del Viejo Mundo, más propicios para acompañar la comida, ya que por sus características hacen salivar más, limpian el paladar, e invitan a seguir comiendo. En tanto, los del Nuevo Mundo, perfectamente pueden beberse sin comida de por medio, siendo totalmente disfrutables de ese modo. Desde ya que no hay mejor ni peor, son diferentes (aclarando siempre que se habla de la generalidad).

El marco de regulación: Los vinos del Viejo Mundo están sometidos a leyes, regulaciones y normativas muy estrictas (siempre en pos de garantizar y sostener la calidad). Estas reglamentaciones se encuentran en diferentes estratos, siendo algunas de alcance internacional, nacional, regional y zonal. Aquellos productores que deseen poder contar en las etiquetas de sus vinos con el aval de los distintos organismos reguladores (como por ejemplo una D.O.C.), deberán seguir al pie de la letra las diferentes normativas (que no necesariamente juegan siempre a su favor por ser bastante restrictivas).

Estas regulaciones son explícitas con respecto a una gran cantidad de variables, como las castas autorizadas a usar, los rendimientos de uva a obtener, la disponibilidad del riego, la zona donde se debe ubicar el viñedo, los procesos productivos, los tipos de añejamiento, los recipientes para el añejamiento, los periodos mínimos de estancia en barriles y en botella previos a la salida al mercado, y varios etcéteras.

En cambio, en el Nuevo Mundo, no existen reglamentaciones tan estrictas o limitantes, siendo la producción más “libre”, experimental y diversa, inclusive dentro de una misma zona. Esto amplía el abanico de decisiones posibles a encarar, entendiendo que es un marco mucho más permisivo. Esta diferencia, hace que los vinos del Viejo Mundo se identifiquen mayormente por su lugar de origen, y los del Nuevo Mundo por la uva o uvas que los componen.

Los años de experiencia: El Viejo Mundo lleva miles y miles de años produciendo vinos, mientras que las regiones del Nuevo Mundo, como por ejemplo América, llevan, como mucho, quinientos. Eso hace que en Europa se pueda haber llegado a una gran experiencia, a un conocimiento profundo de los terruños, de los tipos de uvas más aptos para cada uno de ellos, y a lograr una amplia tradición ancestral transmitida durante generaciones.

En el Nuevo Mundo, en tanto, se está yendo en ese camino, experimentando permanentemente, utilizando la ciencia y la tecnología para plantar viñedos en las zonas óptimas, con las variedades más acordes, creando una tradición mientras se hace el camino, y logrando resultados que se superan año a año. En este caso, la toma de decisiones va marcando el rumbo, ya que está casi todo por hacerse, y con un futuro gigantesco y prometedor.

Para finalizar, cabe remarcar que los factores que enumeramos, delinean las diferencias principales, pero eso bajo ningún punto de vista pretende dar a entender que unos vinos son mejores o superiores a los otros. De ningún modo. Son distintos entre sí, ni mejores ni peores, distintos. Es justamente esa diversidad la que enriquece más aún el amplio universo vitivinícola. Tan amplio que, insistimos, sólo se puede hablar de generalidades.

Por Diego Di Giacomo

diego@devinosyvides.com.ar

Sommelier – Miembro de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores

Visto en devinosyvides.com.ar