Vin Doré 24K: el lujo de beber oro

Vin Doré 24K enjoya el paladar de los catadores más sibaritas ofreciendo su vino y cava espumoso endulzado con oro.

Desde que Isabel Preysler la pusiera de moda en un conocido anuncio, la pirámide de Ferrero Rocher ha puesto el punto de distinción a las veladas más glamourosas.

Un bombón de chocolate crujiente, esa gran tentación del paladar humano, cubierto de un envoltorio dorado centelleante acaparaba las miradas desde cualquier rincón de la sala, y su brillo rivalizaba con los pendientes y collares de las invitadas. Puede ser sólo un papel, puede ser más falso que la pirita, pero su tonalidad dorada nos hipnotiza de todos modos. Brillante, tentadora, elegante e indiscutiblemente valiosa.

Desde siempre, el oro ha sido símbolo de riqueza, poder, deseo, abundancia y glamour en estado puro. Es el Rey de los Metales Nobles: el que los deportistas asocian al triunfo, el acabado final que pulió numerosas obras de arte medievales y renacentistas, un componente fundamental en las cremas faciales más prestigiosas que luchan contra el enjevecimiento prematuro…

Por ello, consciente de la fuente de propiedades que guarda el mineral, la conocida casa VIN DORÉ 24K enjoya el paladar de los catadores más sibaritas ofreciendo su vino y cava espumoso endulzado con oro. La bebida perfecta para regar las fiestas más sofisticadas que brillará con luz propia la próxima Nochevieja.

Todo un reclamo para los cinco sentidos: bébete con los ojos sus burbujas destelleantes, disfruta del aroma a manzana golden y brioche de una botella recién descorchada lista para oxigenar, alegra los tímpanos con el sonido de campanillas de un brindis, empápate de su fresco perfume con las gotas que resbalen por el cristal sobre tu mano y, por último, saborea la sensación divina y burbujeante de beber oro líquido.

La marca produce un delicioso vino espumoso y cava con una fórmula única, el Método Tradicional Champenoise, capaz de mantener el oro más de 4 minutos en suspensión en la botella. Esto las diferencia de otras bebidas espirituosas de la competencia que también emplean virutas de oro comestible, pero cuya fórmula apenas las mantiene en efervescencia unos 15 segundos. Después, la gravedad las deposita en el fondo de la copa como ocurre con los posos de té o café: formando una pasta de partículas semiespesas de sabor intenso que se pegan con facilidad en la comisura del labio o en la lengua, y que nos hacen renunciar al último trago.

Es la discreción, el apreciar que algo está ahí aunque no lo veas, uno de esos pequeños detalles que marcan la diferencia. Cierra los ojos y disfruta de la agradable sensación de beber oro con esta bebida de lujo que se empapa de la filosofía de Saint-Exupery: a menudo, lo esencial es invisible a los ojos.

Visto en eleconomista.es