Una tesis doctoral ha demostrado que dos nuevas maderas de roble español y húngaro pueden ser una alternativa válida para la crianza de vinos tintos de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, según ha detallado hoy el Gobierno riojano.
Esta es una de las conclusiones de la tesis «Nuevos orígenes de la madera de roble para la crianza de vinos tintos de la DOCa Rioja», presentada por Sonia Ojeda en la Universidad riojana y en la que establece un estudio comparativo con la tradicional crianza en madera de roble «Quercus alba» americano y «Quercus petrae» francés.
El documento, del que ha informado el Gobierno regional en una nota, señala que las barricas elaboradas con maderas de roble «Quercus pyrenaica» español y «Quercus robur» húngaro poseen una aptitud enológica para la crianza de un vino de tempranillo.
Los resultados de este trabajo, ha resaltado, demuestran que estas maderas española y húngara pueden ser una alternativa válida para la crianza de vinos tintos de Rioja.
También señala que el comportamiento del roble español es más similar al americano; mientras que el húngaro se aproxima más al francés.
Sus datos indican que, durante el proceso de crianza en barrica, los vinos experimentan importantes modificaciones en su composición, «mejorando sus características organolépticas y aumentado su estabilidad».
La tesis establece que su evolución está «estrechamente» ligada a la estructura y composición química de la madera, condicionadas, a su vez, por gran número de factores, entre los que destacan la especie de roble y el origen geográfico.
En los últimos años, la gran demanda de barricas ha creado la necesidad de buscar nuevas fuentes de madera de calidad para tonelería, según la tesis.
Por ello, en este trabajo se ha valorado la aptitud enológica de la madera de roble de nuevos orígenes, como el español y el húngaro, en comparación con las de uso tradicional, como el americano y el francés, para la crianza de un vino tempranillo.
También se ha analizado su envejecimiento posterior durante un año en botella y los resultados obtenidos por Ojeda han confirmado la importante influencia del origen del roble sobre la composición química y la calidad sensorial de los vinos.
En las barricas de roble español, ha añadido, los caldos experimentaron una mayor evolución polifenólica y presentaron el contenido más elevado de polifenoles totales, aldehídos furánicos, algunos fenoles volátiles y ácidos benzóicos, principalmente, ácido gálico.
También aportó concentraciones de otros compuestos volátiles, con gran impacto organoléptico en el vino (vainillina y cis-whiskylactona), ligeramente inferiores al roble americano, y más elevadas que en el resto de las maderas.
La tesis constata que en las barricas de roble húngaro se obtuvieron los contenidos más bajos en todos los compuestos volátiles cedidos por la madera, y su comportamiento fue más similar al roble francés que a las otras maderas.
La crianza en barrica, según la tesis, dio lugar a una mejora de la calidad organoléptica de los vinos, en especial de los envejecidos en roble americano y español.
Se apreció cierta relación entre el origen del roble y la duración óptima de la crianza en barrica, «siendo el roble americano más adecuado para un mayor tiempo de crianza que el resto de maderas».
El análisis en botella señaló que los vinos sufrieron ligeras modificaciones en su composición, manteniéndose las diferencias entre orígenes de roble observadas durante la crianza en barrica; aunque en este envase aumentaron su complejidad organoléptica.
La tesis de Ojeda ha sido dirigida por Juana Martínez, investigadora del Servicio de Investigación y Desarrollo Alimentario (CIDA) y del Instituto de las Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV). EFE.
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