[Fuente: terra.com.mx]
En subastas alrededor del mundo un vino de colección o de alguna cosecha muy vieja puede venderse en miles de dólares.
En la mayoría de los casos es la ley de oferta y demanda la que rige el valor de estas botellas, pero su fama no es gratuita, está respaldada por una calidad excepcional.
«Desde que se elaboró la primera clasificación de los vinos de Burdeos (Francia), los grandes Châteaus ocuparon la mayor categoría porque ya eran los más caros y así se han mantenido. En ocasiones llegan a tener un valor inalcanzable, como el de una obra de arte.
«Hay muchas botellas y añadas que están compradas a futuro porque los precios generalmente se elevan y mucho más cuando la cosecha es muy buena. En Burdeos los años 2000, 2005 y 2009 han sido los mejores», destaca Sandra Fernández, directora de enotecnia y Club Selección de Grupo La Europea.
En España, Vega Sicilia se posicionó como el vino más caro por mucho tiempo, pero después llegaron Pingus y L’Ermita que lo superan.
Un caso atípico es el de los supertoscanos italianos. Aunque son «vini da tavola» (vinos de mesa) por no entrar en los parámetros de la denominación de origen, los grandes críticos los volvieron famosos y su precio se elevó.
Algunas botellas entran a subasta debido a su escasez o rareza. Los que son muy viejos o de colección adquieren su precio por la etiqueta y no por su contenido, porque muchas veces ya no son bebibles.
«Por ejemplo, si a un coleccionista le falta un año para su colección vertical (mismo vino, diferentes años) pagará lo que sea por tenerlo.