El vino preferido de Robert de Niro procede de tierras gallegas

[Fuente: expansion.com]

Tradición e innovación se dan la mano en los viñedos de Bodegas Terras Gauda. Enclavados en la costa gallega bajo la denominación de origen Rías Baixas, se levanta una modesta bodega que, con una facturación de apenas diez millones de euros anuales, ha sido capaz de conquistar las mesas de más de cuarenta países repartidos, desde Estados Unidos hasta India.

Su secreto, un buen vino fruto de la apuesta por proyectos pioneros en I+D+i, en los que la ciencia evoluciona en el campo y envejece en la botella.

Uno de sus logros más conocidos es haber captado la atención del actor Robert de Niro, que sirve el albariño Abadía de San Campio de Bodegas Terras Gauda en su cadena de restaurantes Nobu en Estados Unidos. Sin embargo, el éxito de esta pyme gallega poco tiene que ver con los famosos aficionados a sus caldos, sino que radica en un aspecto más desconocido: la I+D+i.

En un sector conservador, como es el de la agricultura, el nacimiento de Terras Gauda a finales de la década de los ochenta ya presagiaba que se trataba de una firma que llegaba para romper con las tradiciones que hacían del albariño un vino incapaz de traspasar fronteras. En tierra de minifundios y pequeños productores con poca capacidad para abordar mercados internacionales, los promotores de la nueva bodega tuvieron que adquirir hasta 500 parcelas para luego intercambiarlas por un monte comunal en Valle de O Rosal, donde hoy se encuentran las 90 hectáreas de viñedos, a las que se suman la producción de uva de otras 70 hectáreas de agricultores asociados.

Paso a paso

La primera cosecha, la de 1990, fue de 37.000 botellas. Dos décadas después, la producción alcanza el millón y medio. “La filosofía de la bodega era que el albariño, siendo una variedad muy noble, podría alcanzar una mayor dimensión unida a otras cepas autóctonas que le aportasen nuevos matices”, explican los promotores del proyecto.

El primer paso fue hacer una selección clonal de las mejores plantas, tanto por su resistencia a enfermedades como por sus características agronómicas y organolépticas. Además, la compañía decidió recuperar una una variedad de uva que prácticamente había desaparecido de los campos gallegos: caíño blanco, que pese a su calidad había caído en desuso por su mayor fragilidad y menor rendimiento que otros frutos. Sin embargo, esta uva es la clave de la personalidad de uno de sus vinos estrellas, que recibe el mismo nombre que la bodega y que se ha erigido como la imagen y carta de presentación de esta compañía gallega.

Después del campo, los proyectos de I+D+i saltaron al proceso de elaboración. El director técnico de Terras Gauda, Emilio Rodríguez, explica que la empresa ha logrado dos patentes gracias a su investigación en el ámbito de las levaduras. Para lograr este avance, clave para incrementar la singularidad y calidad sensorial de los vinos de la bodega, la compañía trabajó mano a mano durante cuatro años con los profesionales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic).

Al tiempo que Terras Gauda se apoyaba en la investigación para sortear la crisis, no ha descuidado la faceta comercial y la internacionalización, diversificando hacia otros mercados fuera de España. “Nuestro mayor competidor es el desconocimiento”, asegura Enrique Costas, director general del grupo. Aun así, el 20% de su producción acaba en mesas donde se habla inglés, alemán o francés. Terras Gauda produce también tintos y rosados en El Bierzo (León), que bajo la marca Pittacum exporta alrededor del 40% de sus botellas.

Los vinos de la bodega española se codean con los caldos más exclusivos del mundo en el hotel dubaití Burj Al-Arab, el establecimiento de siete estrellas más lujoso del mundo.

Viñedos donde crece la I+D+i

Bodegas Terras Gaudas es un ejemplo de que invertir en I+D+i también está al alcance de las pequeñas y medianas empresas. Con una inversión anual que no supera los 100.000 euros (más una cantidad similar aportada por organismos oficiales en concepto de subvenciones como apoyo a la innovación), la firma ha puesto en marcha diferentes proyectos de investigación con aplicaciones tanto para el campo como para la elaboración de vinos. Ahora, la compañía está inmersa en un programa de viticultura de precisión, que a través de la ubicación de sensores inalámbricos sobre el terreno servirá para controlar el estado de los viñedos y de las uvas a través de un sistema GPS.