Lo ha desarrollado tras tres años de trabajo Daniel Perlman, de la Brandeis University, en Massachussetts.
La clave está en un surco de dos milímetros de ancho y uno de profundidad en el cuello de la botella.
Es una escena muy común. Cogemos una botella de vino, llenamos una copa, pero cuando enderezamos de nuevo la botella, una gota traicionera se queda fuera, cayendo al mantel o dejando un rastro a lo largo del vidrio. Pero por fin hay una solución.
La ha creado Daniel Perlman, biofísico de la Universidad de Brandeis, en Massachussetts, en Estados Unidos. Tras tres años analizando el motivo por el que la gota de vino se salía siempre, ha creado un sistema para evitarlo. Y es sencillo.
La clave está en un surco de dos milímetros de ancho y un milímetro de profundidad en el cuello de la botella. Perlman usó una herramienta de corte de diamantes para crearlo. Cuando el vino intenta recorrer el cuello de la botella, se encuentra una abertura. Como es imposible que el vino fluya hacia arriba por la fuerza de la gravedad, el líquido se ve ‘obligado’ a seguir la corriente dentro de la botella.
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