Corcho vs Rosca: Pros y contras en 4 preguntas

¿Cuántos momentos recordamos en el que el descorche de una botella ha precedido una cena memorable? Pero… ¿y la felicidad de abrir fácilmente un gran vino solo dando la vuelta al tapón de rosca de aluminio? El tapón de corcho sigue instalado en nuestro imaginario como el sistema de cierre propio del vino aunque cada vez encontramos más tapones de rosca que nos simplifican la vida. ¿Hay alguno mejor que otro? Los confrontamos. A lo mejor al final nos convencen los dos, pero, por lo menos, sabremos qué nos aportan.

¿Cuál garantiza el cierre óptimo?

Corcho: un informe de Retecork (Red Europea de Territorios Corcheros) asegura que, como la estructura de este material es elástica y, en un 90%, compuesta por aire, se adapta perfectamente a la botella. Además es prácticamente impermeable a los líquidos y se desliza muy poco, lo que garantiza que el envase quede perfectamente cerrado.

Rosca: en este caso, los representantes de EAFA (Asociación Europea del Papel de Aluminio) lo tienen claro. El tapón de rosca ya ha demostrado su eficacia durante décadas en las botellas de agua y de bebidas espirituosas. Y en buena parte del mundo, también de vino. «Protegen de contaminaciones y preservan aromas, sabores y el frescor de los vinos», afirman.

¿Cual contribuye más a mejorar el vino?

Corcho: «El tándem formado por la barrica de roble y el tapón de corcho, ambos provenientes de dos árboles del mismo género botánico, el Quercus, es insuperable para la obtención de un vino con las mejores cualidades», sentencia Retecork. Lo cierto es que el corcho permite la microoxigenación (esto es, que penetren dosis mínimas de oxígeno en la botella) y eso puede provocar resultados positivos como la reducción de taninos, una disminución de la astringencia y la eliminación de aromas reductivos (esos que reducen la sensación de frescor del vino).

Pero… cuando se dice que un vino «sabe a corcho» ¿no es porque el tapón ha alterado negativamente el vino? Es un sabor desagradable fácilmente perceptible… No entraremos en tecnicismos, pero transcribiremos parte de la respuesta que da Retecork: «Se trata de una alteración del sabor del vino que viene determinada principalmente por la presencia de Tricloroanisol (TCA). (…) Merced a los estudios que se están realizando, se sabe que el TCA no es una molécula exclusiva del tapón de corcho ni del vino. Se ha hallado TCA en botellas que nunca han sido tapadas con corcho, e incluso se puede presentar en otros alimentos, bebidas y materiales.» O sea, ningún sistema de cierre sería inmune a la contaminación por TCA.

Rosca: lo mejor de este sistema es que no altera el contenido del envase, considera EAFA. Es el propio líquido el que mejora, el tapón solo debe protegerle de agentes exteriores indeseables. Pero pongamos cifras para valorar cuánto más eficaz sería el tapón de rosca que el de corcho. Según los cálculos que maneja esta asociación, entre el 2% y el 5% del vino embotellado de manera tradicional (a nivel mundial) se echa a perder, mientras que, con cierres de aluminio, sólo entre un 0,2% y un 0,5%. A lo mejor el tapón de rosca no mejora el vino, pero en cambio daría más garantías para conservarlo en condiciones.

¿Cuál es más sostenible?

Corcho: la industria del corcho ha lanzado una verdadera cruzada para defender el papel de su actividad en la preservación del medio ambiente y de los paisajes tradicionales de alcornocales. «La extracción del corcho es una actividad sostenible y su rentabilidad es sinónimo de garantía de conservación del alcornocal, ya que si no hay demanda de corcho, los bosques pierden su valor económico y pueden ser abandonados», alertan desde Retecork. Y añaden: «Se debe conservar el alcornocal para mantener un ecosistema que colabora en paliar problemas ambientales globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la desertización, entre otros». Ahí es nada.

Rosca: EAFA aporta una catarata de datos para demostrar que su producto es ambientalmente interesante. Nos quedamos con dos: Desde que se inició su producción (en el siglo XIX), el 75% del aluminio producido en el mundo está todavía en uso. Reciclarlo no es costoso: en este proceso se ahorra hasta un 95% de la energía necesaria para su producción inicial. Pensaremos en ello.

Pero… ¿Cuál nos gusta más?

Corcho: forma parte de un ritual, de una manera ancestral de beber el vino, tiene algo de mágico. Ese es su valor añadido que no se puede calcular. «El corcho evoca la cultura mediterránea, la artesanía y el buen gusto. La ceremonia de destapar una botella de vino pierde su sentido si el tapón es sintético. No es casualidad que los mejores vinos y champanes del mundo lleven tapón de corcho», proclama Retecork.

Rosca: dejémonos de poesía. EAFA asegura que el mercado del vino cada vez más demanda tapones de rosca. Es cierto que son los países del llamado Nuevo Mundo vinícola los que lo han asumido con más naturalidad: Nueva Zelanda (95% de las botellas), Australia (80%), África del Sur (60%), Chile (60%)… Su gran valor es su aspecto más práctico. «Tienen una excelente relación precio/calidad, son fáciles de abrir y volver a cerrar con un simple giro, además de prácticos para almacenar y transportar», dice EAFA. Una encuesta europea detectó, en 2014, que en grandes mercados del continente los consumidores ya valoraban el tapón de rosca como el más adecuado (el 68% en Reino Unido y Alemania). Aún así, en España es una opción minoritaria.

Enfrentados uno y otro, casi parece que quedamos en tablas. ¿Puede ser que corcho y rosca convivan más todavía en el futuro? ¿Seducirá el aluminio a los grandes vinos? ¿El corcho se dejará perder a los vinos populares? ¿Los más habilidosos en el uso del sacacorchos permitirán que un tapón de rosca les impida lucirse? ¿Los que siempre piden que les abran el tapón de corcho pedirán solo tapones de rosca en el restaurante?

Y tú, ¿te decides por alguno de los dos?

Por Laia Zieger en clubtorres.com.