El delicado equilibrio entre la elaboración, su nombre y su etiqueta es uno de los retos que afronta el bodeguero para conseguir el éxito de su producto.
El vino es mucho más que una bebida, es alimento para nuestro espíritu. Son experiencias y sensaciones diferentes que podemos compartir y experimentar. Es ciencia pero también arte, desde su elaboración hasta su envoltura. Todo cuenta a la hora de conseguir conjugar una historia en una botella. Decía el sumiller de El Bulli, David Seijas, que los vinos que mejor se venden son aquellos que cuentan una buena historia pero, en medio de un lineal o de una carta llena de referencias, ¿cómo captar la atención del consumidor?
Términos como el packaging y el naming han llegado ya hace algún tiempo al mundo de los vinos para rescatar a las bodegas de los ducados, marquesados o señoríos de e introducirlas en el siglo XXI con diseños innovadores, atractivos, originales o simplemente divertidos pero, ¿una buena presentación es suficiente para captar a un cliente?
«El consumidor puede comprar una vez un vino por un packaging atractivo pero si el producto por dentro no da la talla, no repetirá. Si no hay algo detrás no volverá a comprar». Nos lo dice el enólogo y gerente de las bodegas WineryArt, un joven proyecto en el que se aúna pasión por el vino y por el diseño. Enfuria, MorenaMía, DeMuerte, El Chico Malo y La Más Bonita son hasta ahora sus creaciones, nombres, diseños y etiquetas que no pasan inadvertidos. «Queríamos que nuestros vinos entraran por los ojos, que destacaran en el lineal tanto por sus diseños como por su nombre, creando la necesidad de probarlos», nos explica.
Diseñadores de todo el mundo han volcado su creatividad en el mundo del vino, como lo demuestra el éxito de certámenes como el Concurso Internacional de Cartelería Francisco Mantecón, entre cuyos últimos ganadores se encuentran diseñadores polacos, israelís, finlandeses y, también españoles, pero ¿cómo se llega a la elección de un nombre para el vino y a la ejecución de su imagen?
Siguiendo con el ejemplo de WineryArt, su gerente explica que «lo primero es tener claro el tipo de etiqueta-nombre que queremos hacer y la técnica a utilizar dependiendo de las características del vino y las sensaciones que transmite cuando lo pruebas. Luego ir pensando diferentes nombres atractivos que cuadren con las etiquetas. Es muy complicado encontrar un equilibrio entre el tipo de vino, la etiqueta y el nombre, pero creo que lo hemos conseguido»
Una técnica artística, un vino, una sensación final, el conjunto debe ser armónico y coherente, algo difícil de conseguir, sobre todo si lo que buscamos es detalle y calidad. «En las etiquetas usamos diferentes técnicas gráficas: Fotografía-foto manipulación en el caso de Enfuria, cuya composición reproduce el rostro de un tigre en la parte superior y el de una mujer joven que parece chillar en la parte inferior; la ilustración ha sido la técnica elegida para MorenaMía y DeMuerte, donde el dibujo que se ha estampado en la botella recrea las populares calaveritas mexicanas, de múltiples colores sobre fondo negro, mientras que la ilustración- acuarela es la colorista y fresca elección para el dúo El Chico Malo y La Más Bonita, dibujos propios de las creaciones que se realizan en libros o revistas, que acompañan a vinos frescos, ligeros, cremosos y con cuerpo, que homenajean al Mediterráneo (en el caso de «La más bonita») y a vinos intensos, de matices especiados y suaves tostados, en el caso de la botella con referencia masculina.
«Lo más difícil en un proyecto como el nuestro es cuidar al máximo todos los detalles, tanto dentro como fuera de la botella», un mimo que exige un mercado cada vez más diversificado y competitivo como el actual en el que crece el público más informado , que quiere descubrir nuevos productos o sorprender a amigos o familia en una velada con un vino elegante y atractivo, tanto por dentro como por fuera que cree sensaciones en el consumidor antes incluso de abrir la botella. Todo un reto en el que las bodegas españolas están ofreciendo excelentes resultados.
Visto en vinetur.com. Carmen Fernández