Palomino.
Se trata de la variedad más tradicional desde hace siglos y hoy es la reina indiscutible en el Marco de Jerez. Su identificación con el suelo de albariza, bajo el clima de la zona y cultivada con las técnicas que desarrolla el viticultor, la convierten en elemento de singular importancia para conseguir los singulares vinos de Jerez.
Tiene numerosas sinonimias, destacando la de «Listán». Posee ápice abierto y hojas grandes, orbiculares, de color verde oscuro, con el seno peciolar poco abierto, en forma de V. El envés es algodonoso. Los sarmientos son semirastreros. El racimo suele ser largo, cilindrocónico, de compacidad media-alta, con bayas esféricas, de tamaño mediano, de piel fina y color verde amarillento. Son bayas jugosas, frágiles, de zumo poco coloreado, dulces y sabrosas.
La sub-variedad «Palomino fino» -la más común en la Zona- brota en las dos últimas semanas de Marzo y madura a principios de Septiembre. Los rendimientos son del orden de 80 hectolitros por hectárea, alcanzando normalmente en torno a los 11 grados Baumé, con débil acidez. Está muy bien adaptada a la zona, siendo poco vulnerable a los distintos parásitos si se cultiva adecuadamente. La excelente calidad de su uva y su buen comportamiento en el campo la convierten en indiscutible para el bodeguero y el viticultor.
De mucha menor importancia es la sub-variedad «Palomino de Jerez», que presenta en general rendimientos algo menores y niveles ligeramente más altos de azúcares y acidez.
Fino Coquinero de Bodegas Osborne
Si hay un vino que podemos tomar antes de comer como aperitivo y que sin duda es un must try dentro de los DO Jerez, ese es el Fino Amontillado. Un vino de color amarillo, brillante, de aroma intenso, algo avellanado pero muy elegante. De sabor seco pero refrescante, con una estructura prolongada y final de avellana ligeramente amarga. Así es el Coquinero de Osborne, un vino para tener en casa para visitas inesperadas.
Es sin duda la joya escondida de Osborne, uno de los vinos que más me han impresionado en los últimos años, llenos de matices minerales, salinidad, complejo y elegante, un fino que se acerca al amontillado sin llegar a serlo.
Me recuerdan aquel verano del 2007 junto a las playas de la costa gaditana, sentado en una de estas terrazas con vistas al mar, acompañado de mi compadre Sergio “El Chileno” copa de coquinero en la mano y esperando que salga nuestra ración de sardinas, huevas aliñadas como siempre. Es un vino que me transporta al pasado, me llena de recuerdos y que recomendaría a todo aquel que sienta curiosidad por este fantástico mundo del Jerez.
Maridaje perfecto:
Fino Coquinero, Buena compañía & music: «Joe Cocker with a little help from my friends»
Fino Coquinero, Buena compañía & music: «Joe Cocker with a little help from my friends»