Producir al año casi 3000 botellas de vinos tintos y blancos no es algo que se pueda hacer en casa. Hace falta una bodega en toda regla, como la que han encontrado un equipo de investigadores estadounidenses e israelíes y que, con sus 3.700 años de antigüedad, podría ser la bodega mayor y más antigua del Cercano Oriente. La bodega y una sala de fiestas anexa, descubiertas en las ruinas de una ciudad cananea, en Israel, fueron destruidas durante el mismo hecho violento, tal vez un terremoto, que las cubrió con una gruesa capa de escombros de ladrillos de barro y yeso.
El grupo hizo el descubrimiento en Tel Kabri, las ruinas de una ciudad cananea del norte de Israel que data aproximadamente del año 1700 aC, mientras estaban excavando en el vasto palacio de los gobernadores de la ciudad. Primero descubrieron una jarra de un metro de largo, a la que más tarde bautizaron como «Bessie». Eric H. Cline, de la Universidad George Washington (GW), uno de los codirectores de la excavación, comenta que «continuamos cavando y cavando y, de repente, comenzaron a aparecer las amigas de Bessie. Cinco, 10, 15… hasta 40 jarras almacenadas en un trastero de 5×8 metros. Es un descubrimiento muy significativo. A nuestro entender, es la bodega más antigua y más grande encontrada jamás”.
Las 40 vasijas tienen una capacidad de alrededor de 2.000 litros, lo que significa que la bodega podría haber contenido el equivalente a cerca de 3.000 botellas de vinos tintos y blancos. Assaf Yasur-Landau, de la Universidad de Haifa, el otro codirector de las excavaciones, explica que «la bodega se encuentra cerca de una sala donde se celebraban banquetes, un lugar donde la élite de Tel Kabri y, posiblemente, los huéspedes extranjeros, consumían carne de cabra y vino. La bodega y la sala de banquetes fueron destruidas durante el mismo hecho violento, tal vez un terremoto, que las cubrió con una gruesa capa de escombros de ladrillos de barro y yeso”.
Sabor a miel y canela
Al principio no estaba claro que estas jarras se utilizaran para almacenar vino. Para saberlo, el doctor Koh, de la Universidad de Brandeis y director asociado de la excavación, estudió fragmentos de jarras utilizando el análisis de sus residuos orgánicos. Encontró rastros de ácidos tartárico y siríngico, ambos componentes clave en la fabricación del vino, así como otros compuestos que sugieren la presencia de ingredientes populares en la antigua vinificación de aquella época, tales como miel, menta, canela, bayas de enebro y resinas. La receta es similar a la de los vinos medicinales utilizados en el antiguo Egipto hace 2000 años. «Esto no era un licor destilado ilegalmente que alguien fabricaba en su sótano. Echando un vistazo a las mediciones que hemos hecho se puede comprobar cómo la receta de este vino fue seguida estrictamente en todas y cada una de las jarras” declara el doctor Koh.
Los investigadores ahora quieren continuar el análisis de la composición de estas soluciones para adquirir la información suficiente que les permita recrear el sabor de este vino. Por suerte, van a tener más pruebas en un par de años. Unos días antes de que los miembros del equipo acabaran con la campaña de este verano, descubrieron dos puertas que conducen fuera de la bodega, una al sur y otra al oeste. Es probable que ambas lleven a salas de almacenamiento adicionales. Van a tener que esperar hasta la próxima excavación, programada para 2015, para salir de dudas.
Visto en abc.es.