Si vives solo, eres single, soltero o tu pareja no comparte tu afición, puede que te dé pereza abrirte de vez en cuando una buena botella de vino. Pero no hay excusas, te contamos lo que debes saber para disfrutar en solitario de una buena copa.
Algunos singles se pasan la vida luchando contra la pereza. La pereza de hacerse comida casera para uno solo; la pereza de hacer la cama porque, total, por la noche la voy a deshacer otra vez y entre tanto nadie más que yo va a entrar a la habitación; la pereza de limpiar la casa… y la pereza de aficionarse al vino, porque la botella acaba quedándose por la mitad durante días y a uno le embarga la sensación de haber tirado el dinero.
Contra todo ello hay solución: contra la pereza de la comida casera, pizzas, sushi, kebabs y cualquier otro tipo de comida precocinada; para la cama, edredones de plumas que solo hay que recolocar sobre el colchón, sin liarse con sábanas, bajeras, sobrecolchas y demás ropajes de las camas de antes. Asistentas para la limpieza semanal y, frente a la botella de vino… una lata de cerveza.
Pero no tiene por qué ser así. La afición al vino, un alimento esencial y milenario de la cocina mediterránea, no está reñida con la soltería, la soledad o con el hecho de ser el único de la pareja al que le gusta. Los problemas son evidentes: la botella se queda a medias, cuando no con más de dos tercios de su contenido, y se termina eternizando en la cocina hasta que queda imbebible. No apetece cubrir el delicado ceremonial que requiere, con su temperatura ideal, el degüelle de la cápsula, la elección de la copa adecuada, la elaboración de la comida o el picoteo que acompañará al trago… Y también hay quien no encuentra nunca esa ‘ocasión especial’ que espera para abrir la botella de vino bueno que le ha caído como regalo o que se ha comprado en plan capricho.
Nada de ello tiene que ser excusa para dejar el vino a un lado, como vamos a ver.
Problema 1. ¿Para qué abrir una botella si no voy a terminarla?
Dejar una botella a medias no es ningún drama si uno sabe cómo conservarla de manera adecuada. El vino es un producto vivo y en pocos días habrá perdido muchas de sus características organolépticas, pero si se guarda en condiciones el líquido mantendrá sus condiciones (o evolucionará ligeramente, lo cual no siempre es indeseable, porque puede ser a mejor) en torno a dos o tres días.
La mejor forma de proteger el vino es, en primer lugar, extrayendo el oxígeno del interior, lo que se hace con una bomba de vacío. No es ningún utensilio extraño ni propio de la Nasa. Venden bombas de vacío a partir de 7 ó 10 euros, aunque las marcas más solventes se sitúan en un escalón de precios superior, en torno a los 30 euros. Sin el agente que desarrollará su oxidación, el vino se mantendrá mejor durante ese tiempo.
En segundo lugar, conviene dejarlo a temperatura estable (la cocina, por tanto, no es un buen sitio). Y conviene que esté refrigerado. Bien en la nevera (donde estará a 6-7 grados) o en una vinoteca a los 14-16 grados habituales. La primera opción tiene el inconveniente de que, en caso de tratarse de una botella de vino tinto, habrá que acordarse de sacarla del refrigerador un rato antes de su consumo, entre 30 y 40 minutos, dependiendo del tipo de vino (ya sabe que los jóvenes se toman más frescos, y los reservas, a mayor temperatura para apreciar su complejidad). En el segundo caso, el vino sale a temperatura de servicio.
Y, por último, si no se utiliza una bomba de vacío, siempre será mejor guardar la botella de pie. No solo porque así se evita que se derrame, sino porque habrá menos superficie de vino en contacto con el aire que está dentro de la botella, de manera que la oxidación será más lenta.
Como señala la enóloga y divulgadora Meritxell Falgueras en su serie de consejos para singles, «el vino te durará dos o tres días en buenas condiciones. Ahora divide los 75 cl. entre tres días y te sabrá a poco».
Problema 2. Una botella estandar, de 75 cl., es demasiado para mí
Ya hemos visto que el vino abierto se puede conservar aceptablemente dos o tres días, pero si ello no le convence, también hay en el mercado formatos más pequeños. Las grandes marcas, sobre todo, aquellas de producciones millonarias, suelen embotellar en recipientes de 37,5 cl., es decir, medias botellas, dos-tres copas generosas de vino, quizá lo que uno necesita para ver una película y picar algo en el sofá sin caer en el exceso. Cvne, Marqués de Cáceres, Viña Arana, Muga… por señalar algunas casas tradicionales de Rioja, ponen en el mercado parte de su producción en este formato reducido.
Además de en algunos supermercados, las medias botellas son habituales de los autoservicios, los aviones o los minibares de los hoteles. También son, cada vez más, un socorrido regalo con el que agradecer la asistencia a los invitados a una boda. Su problema, desde la perspectiva enológica, es que el vino se conserva peor (incluso con la botella sin abrir) cuanto más pequeño es el formato. La razón ya la hemos sugerido: la relación de aire dentro de la botella por volumen de líquido es mayor en estos formatos pequeños, de manera que la oxidación será más rápida. Es decir, no conviene guardar en casa durante mucho tiempo un vino en botellas de 37,5; mejor hacerlo en botellas estándar o, mejor aún, en magnums de 1,5 litros, el más grande de los formatos domésticos (aunque los hay mayores).
Problema 3. Es que no encuentro una ocasión especial
Abrir una botella de buen vino, de un vino bueno bueno, que uno ha estado buscando unos días, se ha interesado por dónde y cómo se hace… ya es en sí misma una ocasión especial. No hay que esperar a momentos redondos, sino crearlos. Y una buena botella de vino, un buen acompañamiento sólido y una buena película es un plan imbatible para hacer memorable cualquier noche solo en casa.
Problema 4. Me conozco y me soplaré la botella entera
En este caso, sí, eso es un problema. Recuerda que el vino solo se disfruta con moderación.
Problema 5. ¿Y en el restaurante? ¿Qué hago?
Si vas en pareja y bebes tu solo, no tengas reparo en pedir llevarte la botella medio llena al terminar la cena o la comida. Si se trata de un local que se preocupa por su negocio, no tendrá ningún inconveniente, y además deberían facilitarte una bolsita para el traslado. En muchos países es lo habitual, y solo si los clientes insistimos en ello lograremos que aquí también lo sea. No es solo por el hecho de que ya lo has pagado… sino porque saber que podrás terminarte el vino al día siguiente en tu casa hará que te atrevas con mejores marcas y con vinos más caros.
Problema 6. Soy single, pero quiero dejar de serlo
Ya sabes que hay todo un mercado de ocio y turismo en torno al fenómeno de los singles, o solteros. Y dentro de él, no es difícil encontrar propuestas de catas, de visitas a bodegas y de enoturismo para corazones solitarios. Apúntate a alguna y, quizá, «vino mediante», como dice Falgueras, dejes de ser un single aficionado al vino para convertirte en un feliz emparejado con una mujer u hombre tan aficionado al vino como tú.
Y así, de un plumazo, se terminaron todos los problemas anteriores.
Visto en elcorreo.com.