Las últimas calificaciones del equipo del gurú Robert Parker resaltan el valor de estos vinos. Los más misteriosos y raros del marco jerezano y Montilla-Moriles.
Si en el universo vinícola los generosos andaluces representan un elocuente ejemplo de singularidad, el palo cortado lleva esa excepcionalidad al extremo, tanto por su fascinante carácter como por las peculiares circunstancias que rigen su elaboración. Según la definición del Consejo Regulador de la D.O. Jerez, el palo cortado es un «vino de gran complejidad que conjuga la delicadeza aromática del amontillado y la corpulencia en el paladar del oloroso», situando su origen en «aquellos tiempos en los que los vinos fermentaban en botas y, por tanto, había múltiples variables enológicas que provocaban sutiles diferencias».
De estas caprichosas «variables» nace el palo cortado: cuando los capataces de las bodegas jerezanas detectaban en alguna bota de fino (o manzanilla) cierta desviación en la evolución del vino, la señalaban trazando con tiza una raya sobre el «palo» que identifica a los vinos de crianza biológica (sobre velo en flor). Esa partida mudaba al proceso de crianza oxidativa, ya sin velo que lo proteja del efecto del oxígeno y con un mayor encabezado de alcohol, para que alcance entre 19 y 22º y perviva durante décadas en las soleras, madurando su compleja expresión.
Pero, tal como concluye el documental El misterio del palo cortado (2015), este tipo de vino genera polémicas, hasta el punto que algún experimentado capataz asegura que «el palo cortado no existe». Real o imaginario, este vino misterioso continúa deslumbrando a las pituitarias más expertas, tal como demuestran las puntuaciones que The Wine Advocate, la publicación de Robert Parker, otorgó recientemente a los nueve palos cortados que aquí destacamos.
1. Barbadillo V.O.R.S. : 93 puntos Parker.
Bodegas Barbadillo D.O. Jerez. 22 grados.
Soberbio ejemplo del carácter marino de los generosos de Sanlúcar, este viejo palo cortado seduce con sus notas salinas y yodadas y su paladar seco, profundo y prolongado. 80 euros (75 cl).
2. Lustau V.O.R.S: 94 puntos Parker.
Bodegas Lustau D.O. Jerez. 21,50 grados.
Un vino emocionante que sitúa los recuerdos de la madera en un segundo plano. Pura finura, carácter y elegancia. 38,90 euros (50 cl).
3. Tradición V.O.R.S: 96 puntos Parker.
Bodegas Tradición D.O. Jerez. 19,5 grados.
Con una vejez superior a 30 años, aún conserva rasgos de un fino, envueltos en una extraordinaria complejidad aromática. La boca es opulenta, franca y eterna. 75,90 euros (75 cl).
4. Lustau Península: 96 puntos Parker .
Bodegas Lustau
Palo cortado amable, con acentos de melaza, caramelo y especias dulces. Un valor seguro por su relación precio-calidad. 18,90 euros (75 cl).
5. Solera 1955: 95 puntos Parker.
Pérez Barquero D.O. Montilla- Moriles. 22 grados.
De la colección que celebra los 50 años de la fundación de esta bodega, es un palo cortado muy propio de Montilla, perfumado y amable en boca. 158,80 euros (75 cl).
6. De añada 1987. 97 puntos Parker.
González Byass D.O. Jerez. 21,90 grados.
Última saca de los rarísimos palos cortados de añada de González Byass. Sólo 987 botellas de un elixir fabuloso, con notas de umami, caramelo, cacao… y una memorable persistencia. 218 euros (75 cl).
7. Viejísimo Abuelo Diego: 96 puntos Parker.
Alvear D.O. Montilla- Moriles. 19 grados.
Parker reivindica la nobleza de los generosos de Montilla con el espaldarazo a este viejo «abuelo», envuelto en matices de maderas nobles, seco y punzante. 30 euros (75 cl).
8. Antique: 93 puntos Parker.
Rey Fernando de Castilla D.O. Jerez. 20 grados.
De la gama más selecta de la bodega del noruego Jan Pettersen, se distingue por su color ligero, recuerdos de frutos secos y dátiles y paladar fino. 34,90 euros (50 cl).
9. Viejísimo Cayetano del Pino 1/5: 95 puntos Parker.
Viniberia D.O. Jerez. 21 grados.
Una gema desconocida en España pero muy apreciada en Reino Unido, de una bodega fundada en 1858 y reconvertida en almacenista. Especiado, profundo, salino y eterno. 24 euros (37,5 cl).
Visto en expansion.com. Autor Federico Oldenburg. Foto J.M. Presas.