[Fuente: terra.es]
El enólogo chileno Aurelio Montes, fundador de la Viña Montes, reproduce cantos gregorianos en sus bodegas para mejorar la calidad de los caldos durante su crianza porque, asegura, la música y el vino forman una unión indisoluble.
‘Siempre hemos tenido la inquietud de que la música y el vino van juntos. Es muy distinto tomar una copa en un lugar ruidoso e incómodo a hacerlo sentado escuchando una grata música, sea clásica o moderna’, explica a Efe.
Por eso, cuando en 2004 construyó su bodega del Valle de Colchagua (centro), Montes montó un equipo de música y altavoces para envolver con cantos gregorianos la sala de barricas y lograr que el caldo madurara en un ambiente relajante.
‘Buscamos qué tipo de música iría bien para dar una sensación de calma y de paz y descubrimos que los cantos gregorianos eran algo sagrado, relajante’.
La sospecha de que la música influía en el líquido fue corroborada por un estudio publicado en la revista ‘National Geographic’ que señalaba la influencia positiva de los ritmos y melodías en el agua y las plantas.
‘En el vino las diferencias son muy sutiles’, explica Montes, quien está convencido de que la música monástica beneficia a sus caldos, sobre todo a la variedad Cabernet Sauvignon.
‘Desde que ponemos música, el vino envejece con una grata armonía. Al principio, el vino es un poco agresivo, como un joven, pero con la música los taninos se ablandan’, asegura.
La voluntad de relacionar vino y música llevó a Aurelio Montes a impulsar, junto a la Universidad Heriot-Watt (Edimburgo), una ambiciosa investigación que determinó que la música puede influir en el sabor.
Los psicólogos de esta universidad escocesa comprobaron que las diversas melodías estimulan distintas partes del cerebro y preparan al consumidor para degustar los caldos.
Así, una pieza musical de gran fuerza como ‘Carmina Burana’ hace que un Cabernet Sauvignon se deguste hasta un 60 por ciento más potente y robusto.
En cambio, a la hora de saborear un Chardonnay, lo ideal es escuchar ‘Rock DJ’, de Robbie Williams, o ‘Spinning around’, de Kylie Minogue, mientras que para paladear un Syrah lo mejor es un clásico como el aria ‘Nessun Dorma’, de Puccini, interpretada por Luciano Pavarotti.
Aunque Aurelio Montes intuía que había relación directa entre la música y la percepción gustativa del vino, el enólogo está ‘tremendamente sorprendido’ por la investigación.
Alentado por sus resultados, el fundador de Viña Montes ya tiene en mente nuevos ensayos para que el vino pueda gozar de estrellas del rock como Jimi Hendrix.
Aurelio Montes está convencido de que estos descubrimientos influirán en los hábitos de consumo y no descarta que además del tipo de comida recomendado, las etiquetas incluyan en el futuro el tipo de música para realzar sus cualidades.
Inspirar la maduración del vino con música es, por ahora, un método exclusivo de Viña Montes, pero su descubridor está seguro de que otras bodegas adoptarán pronto esta novedosa técnica.
De hecho, Montes la recomendó a la empresa viticultora española Codorniu, experta en la producción de cava con la que comparte bodegas en California.
‘Si vas a la bodega de Codorniu en el Valle de Napa, también escucharás música gregoriana’, explica orgullosamente.
Está por ver qué efecto tendrá este peculiar hallazgo en el sofisticado universo vinícola, cuajado de tonos, variedades, matices y aromas.
Pero Aurelio Montes no cree se vuelva más elitista y exclusivo.
‘Lo que pasa -dice- es que el vino es de los pocos productos que se consideran una pieza de arte, porque en su elaboración hay un poco de artesanía’.
Por ahora, los productores de vino que quieran sacar el máximo provecho de su producto deberán adquirir conocimientos musicales, mientras que los consumidores, aparte de elegir la comida adecuada, se verán en la encrucijada de escuchar a The Rolling Stones o a Paul McCartney.