A lo largo de la historia, podemos encontrar un buen número de imágenes en las que vemos reflejado el uso de tinajas o ánforas de barro para la elaboración de vino. Un método ancestral y muy tradicional que en Bodegas Belote seguimos usando (con los medios y avances evidentes para garantizar todas las medidas sanitarias y de salubridad) para la elaboración de varias de nuestras referencias, como nuestro Calandria Blanco y la totalidad de la gama Caverno, inspirados quizás por aquellas imágenes de iluminaciones y manuscritos medievales que hicieron que apostáramos por unos métodos de elaboración tradicionales, basados en la experiencia y la propia experimentación de trabajar con algo tan antiguo, pero tan de actualidad a la vez.
La fermentación y crianza en tinaja, historia pura del vino
Un método de elaboración que aporta cualidades diferentes durante la vinificación, que muestra una esencia propia, y esto es lo que hace a nuestra gama Caverno un vino tan sumamente personal. Con una identidad que se deja sentir en sus diferentes gamas de blanco, rosado y tinto y que también podemos encontrar, como hemos dicho anteriormente, en nuestro Calandria Blanco.
Una de las grandes ventajas de este método de vinificación es la capacidad de microoxigenación por capilaridad, que es paulatina y nada agresiva. Por otro lado, el barro no aporta sabores ni aromas ajenos al vino, como sí ocurre con la crianza en madera, ayudando además a disminuir la parte astringente y los amargores propios de los taninos, lo que ayuda a potenciar toda la calidad propia de la uva. Por último, se produce un fenómeno de evaporación que provoca una insignificante concentración del vino, con un aumento de graduación alcohólica y cuerpo.
Caverno Tinto: Fermentación y crianza en tinaja
Si bien en el pasado combinamos la fermentación en barrica abierta junto con la tinaja para nuestro Caverno Tinto, para esta cosecha 2020, dada la excepcional calidad de la uva, hemos decidido realizar el 100% de la producción de Caverno Tinto usando un proceso de mínima intervención que empieza y termina en la tinaja.
Un proceso que, tras la selección de los mejores racimos de Prieto Picudo, los introducimos en la misma tinaja con sus propios raspones. A lo largo de los siguientes 15-20 días se realiza un proceso de fermentación espontánea, tras la cual, se procede a una crianza lenta de un tiempo mínimo de 6 meses hasta que el vino queda redondo y listo.
A lo largo de este proceso de crianza en la tinaja, lo que se modifica es la estructura del vino y las sensaciones en boca al conservar los aromas primarios, consiguiendo vinos más frutales con la capacidad de maridar con todo tipo de alimentos, dada su versatilidad en boca
También es muy importante nombrar que estos vinos son naturales y aptos para el consumo vegano, ya que el proceso de filtrado y clarificado se realiza de forma natural en la tinaja. Esto nos permite apreciar en nuestro Caverno un vino limpio y fresco y no sometido a procesos de clarificación.
Tabula rasa para los sentidos
El proceso de vinificación en tinaja es una técnica utilizada desde hace siglos que fue sustituida por una comodidad histórica por las barricas de madera, que facilitaban su transporte y evitaban un mayor número de roturas. Aporta, como hemos dicho, vinos con una presencia de fruta mucho más marcada, con cierto toque de mineralidad para los que quizás ciertos paladares no estén acostumbrados, o que puedan resultar algo más complicados de comprender, pero ¿acaso el vino no se trata de eso?
De poder descubrir la historia, de poder disfrutar de aromas y sabores diferentes que nos dejen con ganas de conocer más. Quizás sea el momento de dejar atrás conceptos preconcebidos y dejar la mente en blanco frente a una copa de vino.