Simplificar el mundo del vino y su elección. Eso es lo que proponen desde bodegas Raimat con un sistema que recuerda mucho al usado por las cápsulas de café.
Le tenemos miedo al vino. No es ningún secreto que, entre los variados motivos que explican las modestas cifras de vino consumido en España en comparación con la cerveza, la aparente complejidad del mundo del vino merece un puesto destacado. ¿Para qué pasar el mal trago de ojear la carta de vinos y no entender nada, con lo fácil que es pedir una cerveza? Puede parecer una tontería, pero es un problema real del que las bodegas son muy conscientes.
Además, teniendo en cuenta que la mayoría elige el vino por la etiqueta, si eliminamos esta información, la pregunta del sumiller del restaurante se convierte en un complicado examen que muchos prefieren no pasar. ¿Qué vino tomarán? Silencio en la mesa, miradas entre unos y otros para ver quién se arriesga, tenso silencio a la hora de probarlo para no decir una tontería…
Simplificar el mundo del vino y su elección. Eso es lo que proponen desde bodegas Raimat con un sistema que recuerda mucho al usado por las cápsulas de café y que, guste o no, tan bien funciona y tan útil resulta a la hora de escoger uno u otro café. Por supuesto, los expertos del tema pondrán el grito en el cielo al reducir todo a un número, sin indicar temas como origen, tueste… Pero para la mayoría, ese número que indica la intensidad es de gran ayuda.
Una idea que se traslada ahora al mundo del vino con este nuevo sistema de etiquetaje que Raimat ha estrenado para sus 12 referencias. Así, cada vino aparece identificado con un número del 1 al 10, siendo el 1 el más suave y el 10 el más intenso en boca.
¿Pero qué significa la intensidad? Es importante tenerlo claro porque, por ejemplo, en el caso del café, mucha gente lo identifica con la cafeína cuando no es así. En estos vinos, la intensidad depende de la variedad y el método de elaboración, y es fruto de la combinación de diferentes criterios como las características organolépticas (color, sabor, aroma…), el cuerpo del vino y el envejecimiento.
Es decir, un rosado fresco de esos que se dejan beber con facilidad y gusta a casi todo el mundo, luce un 1 en su etiqueta, mientras que el tinto más potente de la familia se presenta con un 9. Fácil ¿verdad?
Seguro que la propuesta no convence a todo el mundo, pero teniendo en cuenta que, según una encuesta de la propia bodega, más de la mitad de los consumidores asegura sentirse desconcertado a la hora de elegir el vino, y casi 3 de cada 4 apunta que es un mundo reservado a los expertos, está claro que hacen falta nuevas ideas.
¿Qué vino tomarán? Un blanco del 7, por favor. Sí, suena raro pero todo es cuestión de probar.
Por La Gulateca en 20minutos.es.