Estilo y no calidad es la mayor diferencia entre las mejores marcas.
Con una copa de espumante en la mano contemplaba en octubre pasado las brillantes luces de Manhattan desde la terraza de un elegante penthouse en el barrio de Chelsea el debut en Estados Unidos del gran Louis Roederer Cristal Champagne 2009. Era la perfecta ostentación elitista para complementar la vista, y bebí con gusto mi parte.
Por si no lo sabe, Cristal es un tête de cuvée (también conocida como champaña excepcional), creada en 1876 para el zar ruso Alejandro II. Mucho, mucho más tarde se convirtió en un espumante favorito de los raperos. La mayoría de las casas de champán, desde grandes marcas como Moët a cultivadores-productores como Jacques Selosse, producen al menos uno de estos lujosos cuvées. Los puede distinguir por sus precios estratosféricos, comenzando en torno a $150 hasta miles de dólares.
En un mundo satisfecho con prosecco y pét-nat, ¿valen realmente la pena estos espumantes caros? Definitivamente (ver más abajo). Aun cuando la vida está llena de decepciones, un sorprendente número de champanes de lujo sigue representando la más alta calidad de espumantes que pueda encontrar. En otras palabras, una maravillosa experiencia vitivinícola.
Está pagando por las que son en definitiva las mejores uvas de viñas grand crus y premiers crus; años de añejamiento extra en las frías y calcáreas bodegas (que les otorgan a los vinos sabores y aromas más complejos); el factor excepcional; y, por supuesto, prestigio.
Las recientes inversiones en champañas como el próximo gran vino coleccionable iniciaron una tendencia en ediciones limitadas y lanzamientos especiales. Las casas de champán ahora agregan descaradamente una doble dosis de ostentación al persuadir a artistas avant-garde a diseñar etiquetas y guardar las botellas en cajas de terciopelo hechas a mano.
Pero, para obtener el mejor precio, escoja el sabor del exquisito vino en la botella, no el llamativo empaquetado. Por ejemplo, el Cristal Gold Medallion Jeroboam 2002 está cubierto con una celosía de oro de 24 quilates y tiene un costo de entre $17,000 y $22,000. Cuatro botellas regulares del mismo vino le costarán sólo $1,200 y serán igualmente fabulosas de beber.
Si la pompa es lo suyo, trate de encontrar un Goût de Diamants, un champán con una botella adornada con diamantes que debutó hace tres años, y que tiene un costo de $1.8 millones, y que ya no se produce.
Estilo y no calidad es la mayor diferencia entre las mejores marcas en el nivel de lujo, y cada casa de champaña tiene su propio concepto de lo que debería ser un cuvée superior. Todos los ejemplos de solo chardonnay tienden a ser súper ligeros y elegantes; aquellos predominantemente de pinot noir son intensos, generosos y poderosos. ¿Las versiones rosé? Por alguna razón siempre son mucho más caras. Aunque son levemente más difíciles y caras de producir (la mayoría de los productores agrega un porcentaje de vino no espumante a la básica mezcla para darle color), eso no justifica agregar 30 por ciento o más al precio.
Mis recomendaciones a continuación son lo que debería guardar en el nuevo bar para champaña incorporado en el Rolls-Royce Phantom Zenith para su pícnic con estilo. Puede confiar en mí.
Pero para obtener todo su sabor y delicadeza, olvídese de la copa en forma de flauta. Krug creó una copa de cristal especial llamada Joseph, con una forma a medio camino entre una copa tipo flauta y una de vino, pero cualquiera con forma de tulipán servirá.
Los mejores champanes ultra lujosos
Philipponnat Clos des Goisses Brut 2004 ($160–$200)
Clos des Goisses debutó en 1935 y fue el primer champán de origen único grande marque producido de uvas cultivadas en una pronunciada ladera de caliza pura. Una ganga por la calidad, es un impresionante champán, poderoso e intenso con una vivaz energía y sabores de cáscara de limón, pera, avellana y menta.
Bruno Paillard Extra Brut N.P.U. 2003 ($195)
El espumante insignia de este productor proviene de una estación de cultivo muy calurosa, pero tiene un maravilloso equilibrio y es fresco y vibrante, con leves notas de miel, más profundidad e intensidad.
Clos Lanson Blanc de Blancs Brut 2006 ($200)
Lanson acaba de lanzar su espumante de chardonnay puro. Proviene de un área amurallada de vides de una hectárea en la ciudad de Reims, desde donde se puede observar la impresionante catedral, y donde solo se producen 7,870 botellas. Es elegante e intensamente frutal, con gran complejidad mineral.
Louis Roederer Cristal 2009 ($200–$250)
La última cosecha proviene de las propias viñas de Roederer, muchas de las cuales son cultivadas biodinámicamente. Profundo, opulento y seductivo, la mezcla de pinot noir–chardonnay de siete villas grand cru tiene una textura satinada y burbujas finas y delicadas.
Taittinger Collection Champagne 2008 ($200–$325)
La prestigiosa marca Taittinger es en realidad Comtes de Champagne, un espumante de solo chardonnay. Uno de los champanes “arte” de colección más asequibles, este es ligero, elegante y fresco, proviene de una cosecha superior y llega en una botella diseñada por el fotógrafo brasileño Sebastião Salgado.
Dom Pérignon Rosé 2005 ($350)
En octubre tuve la primera degustación en Estados Unidos de la última cosecha del complejo rosé de Dom Pérignon. El enólogo Vincent Chaperon dice que está marcado por la gran calidad del pinot noir en esta cosecha. Es el mayor ejemplo de complejidad, destinada a envejecer por 20 años omás.
Piper-Heidsieck Rare Rosé 2007 ($450)
Esta subestimada casa de champán, adquirida por la compañía de bienes de lujos francesa EPI (Societe Européenne de Participations Industrielles) en 2011, presentó su primer rosé este otoño (boreal). Es una versión rosada del magnífico prestige cuvée de la compañía. Con aromas de fresas silvestres y un ahumado exótico, es picante y robusto, con notas de granada.
Salon Le Mesnil Blanc de Blancs Brut 2002 ($380–$520)
Salon produce un champán de culto, solo de excelentes cosechas y en pequeñas cantidades: 62,000 botellas y 5,000 mágnums (botellas de 1.5 litros). Con aromas intensos y florales, y su delicada calidad frutal, lo convierten en la esencia del chardonnay con burbujas, la definición de elegancia.
Krug Clos du Mesnil 2002 ($800–$1,100)
Este vibrante pure blanc de blancs proviene de una pequeña viña amurallada en el corazón del territorio chardonnay de Champagne y para mí siempre representa un mejor valor que su contraparte pinot noir de Krug, Clos d’Ambonnay. Es una mezcla de aromas con especias cálidas, cítricos y flores blancas.
Bollinger Vieilles Vignes Françaises 2002 ($1,000–$1,500)
El único verdadero prestige cuvée de Bollinger es difícil de encontrar. Se produce de vides muy viejas de pinot noir en dos pequeños terrenos de viñedos, y en esta cosecha es espectacular, extremadamente intenso y poderoso, con capas de frutas refinadas, humo y flores secas, con un largo, largo acabado.
Visto en elnuevodia.com. Por Bloomberg.