Pingus y L’Ermita son los dos vinos más caros de España, la obra cumbre de dos enólogos estrella. Y sí, podemos decirlo así de contundente: son las joyas más brillantes de nuestra bodega.
PINGUS
A la vista presenta un bonito color rojo picota. De capa alta. Nariz intensa. Fruta negra y ciruelas, con recuerdos a frutas rojas. En boca se muestra muy sabroso, con una gran concentración de fruta. Notas especiadas, postgusto mineral. Taninos muy presentes pero de gran calidad. Puntuación de la Guía Parker: 100/100. Puntuación Guía Peñín: 98/100.
Si no es el vino perfecto, poco le queda para serlo. Pingus es una leyenda dentro de los grandes vinos españoles. El caldo que todo aficionado espera probar alguna vez en su vida. Pero su precio hace que sea una quimera: una botella de 2013 puede valer fácilmente más de 1.000 euros.
¿Por qué es tan caro? La respuesta, como ocurre en todo producto de lujo, se puede resumir en una sola palabra: exclusividad. Pingus es la obra de Peter Sisseck, quizás el enólogo más famoso de España. Y eso que no nació aquí, sino en Dinamarca. Este ingeniero agrónomo vino a nuestro país en 1990 contratado por Hacienda Monasterio, para dirigir la mítica bodega de Ribera del Duero. Es decir, un vikingo -que no tiene sangre, tiene cerveza- diciendo cómo tiene que hacer la bebida más latina.
La cuadratura del círculo funcionó y de qué manera. Impuso los métodos artesanales para la producción, frente a la moda industrial imperante por aquella época. Las barricas de roble francés Allier para otorgar personalidad, y vendimia tradicional, en terrenos muy pequeños y controlados -en Hacienda Monasterio hay tan solo 78 hectáreas de viñedos-.
En su trabajo en Valladolid, Sisseck se topó con una joya que nadie más supo ver. Un terreno de 4 hectáreas cercano a la zona de La Hora, situada entre las localidades de Pesquera de Duero y Roa, en el que había unas cepas viejas que parecía que jamás iban a volver a dar fruto. Solo él pudo ver el potencial de esa plantación, que databa de 1929. Compró el lugar y allí empezó la leyenda de Pingus.
Su primera añada, la de 1995 fue descrita por Robert Parker, el gurú de la crítica enológica como “Uno de los vinos más excitantes que he probado”. Se produjeron 375 cajas con 12 botellas, a 200 dólares la unidad. Para agrandar aún más su leyenda, el barco que transportaba buena parte de toda la producción a Estados Unidos se hundió cerca de las Azores, lo que hizo que el precio de las restantes unidades que estaban a la venta se disparara hasta los 495 dólares. y de ahí jamás ha bajado.
En declaraciones concedidas a 20 Minutos, Sisseck explica el secreto de su obra así: “Los vinos que elaboramos son muy cuidados. La clave está en la rigurosa selección en el campo de las uvas, que hace que se descarten muchas y que, por tanto, la producción sea más escasa”.
En la actualidad, Pingus produce 6.000 botellas de vino. La bodega también vende Flor de Pingus, un vino que cuesta unos 120 euros, y del que se fabrican 60.000 botellas al año. La fórmula es fácil: cuesta 10 veces menos porque hay 10 veces más. Y el ‘menor’ de la familia es PSI, que ronda los 30 euros. Quien quiera probar el mundo Sisseck puede empezar por él -pero evitando la añada de 2013, que es muy probable que le decepcione-.
L’ERMITA
Vista: cereza, borde granate. Nariz: aroma expresivo, especiado, fruta madura, terroso, mineral. Boca: sabroso, fruta madura, largo, buena acidez, equilibrado.
La historia de L’Ermita es paralela a la de Pingus. Es una creación de Álvaro Palacios, un enólogo que al igual que Sisseck supo ver oro donde todos veían polvo y yermo. Este riojano exprime desde 1993 un suelo único en Gratallops, en el extremo meridional del Priorat, en Cataluña: un lecho que mezcla rocas graníticas, arcilla y pizarra, y que da una personalidad única al vino. Cepas de garnacha y cabernet souvignon de más de 75 años de edad están plantadas en un terreno de apenas dos hectáreas. De ahí sale L’Ermita, cuya añada de 2013 puede llegar a costar 1.650 euros la botella, con una puntuación Parker de 100 y un 98 de la Guía Peñín.
Como ocurre con Pingus, el precio exorbitado se debe a la escasa producción. Palacios suele obtener 3.000 botellas al año de unos 1.100 kilos de uva por hectárea (1.378 botellas en 2011). En su terreno se recoge la fruta a mano o con carros tirados por mulas. Ninguna máquina pisa la santa tierra que luego da tan deseado néctar.
Si Sisseck llegó a una zona consolidada como Ribera del Duero con ideas que luego han ido adoptando las demás bodegas de la zona, Álvaro Palacios puso en el mapa mundial del vino el Priorat. Su obra es más extensa que la del danés, y más accesible en términos económicos. Tiene 3 bodegas – Bodegas Palacios Remondo (La Rioja), Descendientes de J. Palacios (Bierzo) y Álvaro Palacios (Priorat)- en las que produce 18 tipos de vinos diferentes, desde el popular Pétalos (328.000 botellas a 14 euros) hasta el exclusivo La Faraona (unas 600 botellas, a 825 euros). Una vez más, cuánto más cuidada y escasa sea la producción, más prohibitivo será su precio.
Visto en traveler.es. Texto Néstor Parrondo (@pandorrondo)