Dicen que la música amansa a las fieras, pero en Sudáfrica también al vino, según los propietarios de un viñedo que le ponen música clásica a las viñas para afinar su néctar.
«Hay mucha gente escéptica con lo que hacemos y el motivo por el que lo hacemos. Sobre todo los vecinos», reconoce Carl van der Merwe, director del viñedo DeMorgenzon.
Día y noche, dieciocho altavoces ‘riegan’ con música barroca y clásica una parte del viñedo, muy cerca de Stellenbosch, la capital sudafricana del vino vecina de Ciudad del Cabo. «Sólo ponemos música barroca y clásica, porque ambos estilos tienen ritmos matemáticos y se ha demostrado que las ondas sonoras tienen un efecto positivo», dice el viticultor. «No es tanto por la música que se escucha, sino por las ondas», precisa Van der Merwe.
La música de Bach y de Mozart puede escucharse en las 55 hectáreas de DeMorgenzon (que significa el sol de la mañana), pero se ha constatado que el crecimiento de las viñas es más lento y más regular en la parte experimental de 4 hectáreas expuesta directamente a la música. «La uva syrah que viene de aquí es muy diferente de la producida en otros puntos de la propiedad. Tiene un sabor más pronunciado, taninos más suaves, y tiende a dar un nivel de alcohol un poco más bajo. El resultado es un vino mucho más equilibrado, más accesible».
Hasta ahora, este vino ‘musical’ se ha mezclado con el resto de la producción, pero DeMorgenzon prevé comercializar una cosecha especial aparte. Una vez en las barricas, el vino se deja fermentar con música de Albinoni, Bach, Couperin, Haendel, Haydn, Lully, Mozart y Rameau. «El vino es un ser vivo, con muchas bacterias, y el propio proceso de fermentación se lleva a cabo con organismos vivos», incide Carl van der Merwe.
La propiedad está especializada en el vino blanco, chenin y chardonnay, pero también produce vino tinto, syrah y pinot noir. Los vinos de Sudáfrica son de gama alta y media, y se venden por entre 75 y 250 rands la botella (de 7 a 23 dólares). También se exportan a Europa y Estados Unidos, a un precio de entre 10 y 20 euros la botella.
DeMorgenzon fue comprado en 2003 por Wendy y Harry Appelbaum, una pareja sudafricana muy aficionada a la música clásica. Ella es una rica heredera y él fundador de la radio Classic FM. En 2009 empezaron a ponerle música a sus viñedos, siguiendo el ejemplo de los ganaderos que le cantan serenatas a sus vacas, o del príncipe Carlos de Inglaterra, que dice hablarle a sus plantas para que crezcan mejor. «A veces hacemos determinadas cosas en la vida porque creemos en ellas y muchas veces nos damos cuenta más adelante de que había una razón científica que explica por qué funcionan esas cosas», dice Carl van der Merwe.
En cuanto a los empleados, se les ve a menudo con unos cascos escuchando su propia música. «Nos gusta esta música», dice no obstante una empleada. «Está bien trabajar aquí, porque nos da ánimos y a veces nos entran ganas de bailar».
Visto en yahoo.com. Imagen AFP/AFP/Archivos