Los locales españoles se adaptan al descorche, una práctica anglosajona cuyo precio medio son 10 euros. Eso sí, recomiendan avisar de que se llevará el vino cuando se hace la reserva.
Es una costumbre anglosajona que está prendiendo en Europa, incluida España, donde se está introduciendo con lentitud. Consiste en llevar tu propio vino al restaurante donde vas a comer. El camarero lo abre y lo va sirviendo en las copas de la casa, como si se hubiera elegido de la carta. La práctica se llama descorche y el restaurante cobra unos 10 euros por este servicio.
«Se da más fuera porque los márgenes que ponen los restaurantes europeos y de Estados Unidos a los vinos son enormes», explica Luis García de la Navarra, que fue presidente de los sumilleres de Madrid y ahora regenta un restaurante que lleva su nombre. «En España, se diga lo que se diga, los márgenes son menores. Yo pongo el precio de coste más unos 8 euros, es decir, lo que sería el descorche en sí mismo. Ahora bien, si viene un cliente habitual con una botella de vino, se le abre y no se le cobra nada. Si es alguien desconocido, se le cargan los ocho euros y fuera», sostiene.
Experiencias
«Nosotros practicamos el descorche», comenta Juan Carlos Martínez, el sumiller del restaurante Ten con Ten, que cobra 10 euros más IVA. «No es muy habitual que te vengan con botellas, y más en esta casa donde hay unas 600 referencias, pero si lo hacen lo consideramos un servicio más. Como si el vino hubiera salido de nuestra bodega, le damos la temperatura adecuada, le proponemos al cliente si hay que decantarlo o no, y lo servimos con el mimo habitual. De cualquier manera, es conveniente que nos llamen primero. A la hora de hacer la reserva, deben comunicarnos que van a traer el vino y en cada botella que consuman se les aplica el descorche. Eso sí, si el vino lo tenemos en nuestra carta, entonces no tiene sentido y se lo decimos».
La práctica del descorche se acepta, o al menos no se niega, en todos los restaurantes consultados; principalmente por poco habitual (habría que ver qué pasaba si se extendiera). En Estados Unidos hay muchos restaurantes que lo practican, aunque otros lo prohíben tajantemente porque lo consideran un abuso. Custodio Zamarra, del restaurante Zalacaín, comenta lo que todos, que si el que viene con el vino es un cliente habitual o un amigo, se le abre, sirve y cuida como si saliera de la bodega y no se le cobra nada. Si es un desconocido, «se le cobraría el descorche, pero no nos pasa prácticamente nunca».
David Oter, del poderoso grupo de restaurantes Oter, se queda dubitativo ante la pregunta de si aceptan el descorche en sus restaurantes. «Si es una empresa que quiere mostrar unos vinos, se les cobra entre 9 y 12 euros, pero si es un particular, le recomiendo que llame primero porque el maitre del restaurante se quedará sorprendido. Igual hay que adaptarse a las modas y aceptarlo habitualmente, pero en España la gente es más vergonzosa. Por ejemplo, la práctica habitual de llevarte la comida que no has acabado o la media botella de vino que no has bebido, aquí cuesta más. En nuestras cartas ponemos la coletilla de que recomendamos a los comensales que no se corten, que pidan lo sobrante, que se lo envolvemos y se lo llevan a su casa. Pocos lo hacen y con el vino ocurre igual».
Alfredo Humbría, responsable de Comunicación del grupo La Máquina, dice que ellos no los hacen, pero sobre todo porque la gente no lo conoce y no se están dando casos. José María Marrón, sumiller de Álbora, sostiene que hacen descorche sin problema y que cobran unos 10 euros. «Si es una presentación o el vino lo trae un amigo o cliente habitual, no se cobra, aunque aún así se pide poco», asegura.
Desde luego, con vinos raros, extranjeros, muy caros o famosos es mucho más fácil. Pablo Álvarez, director general de Vega Sicilia, que vende mucho vino por cupo a particulares, comenta que con sus vinos se está dando mucho el descorche. Quizá es una buena oportunidad para los menos tímidos, en estos momentos en que no está muy claro el tema, seleccionar algún vino rico de su bodega, o si tienen alguna cosa interesante guardada, o simplemente vinos que compran, o algo especial para homenajear a alguien, y a la hora de ir al restaurante se lleva ese vino para que se lo descorchen. Visto lo visto nadie se opondrá, y en el peor de los casos les puede costar de ocho a doce euros por botella. Un precio estupendo. Aunque eso sí, mejor llamar primero al hacer la reserva y comentarlo, por si las moscas.
Visto en expansion.com.