Algunas bodegas buscan llegar a los más jóvenes de forma desenfadad ante la caída del consumo.
Las bodegas buscan vías para diferenciarse -entre las miles de enseñas existentes- con vinos con nombres divertidos, fáciles de beber y de entender, alejados de etiquetas y «gurús», y de gran aceptación entre los compradores que buscan vinos «desenfadados», los jóvenes y los «experimentales». «Ola K ase», «Gran Cerdo», «Cojón de Gato», «Teta de Vaca», «Ojo de Liebre» y «María de la O» son algunos ejemplos de ello. Según reconocen, estos emprendedores no quieren «descubrir» nada en el mundo del vino en un país como España -con 18.000 marcas, 6.000 bodegas y 78 denominaciones de Origen-, pero sí aportar cierta frescura y ser motivo de «risas» y diversión en reuniones familiares y de amigos, o en locales de ocio. Con un consumo de vino que se ha desplomado desde 45 a 15 litros por habitante y año de en los últimos 25 años, estos emprendedores están decididos a difundir el producto entre el público joven -de edad o espíritu-, lo que explica su apuesta por estas enseñas divertidas
La compañía «The wine love» tiene en «Gran Cerdo» su producto estrella, según explica a Efeagro su propietario, Gonzalo Gonzalo, que prefiere denominarse «hombre orquesta», quien tiene como principal apoyo en el negocio a «Marmota», que «es mi chica» (y cuyo nombre real es Mar Mota).
Según reza la etiqueta de sus botellas, se trata de «un gran vino dedicado a los directores de bancos que nos negaron préstamos, aduciendo que el vino no era un bien embargable».
Recuerda los difíciles inicios, hace algo más de dos años, cuando les negaron los créditos y tuvieron que salir al mercado utilizando moldes de envases que les prestaban otras bodegas, embotellando a mano e imprimiendo las etiquetas «en casa» ellos mismos.
Una producción prácticamente «underground»
El humor les abre puertas, pero prefieren seguir en «una economía de microescala», con presencia en mercados de productos ecológicos y de artesanía o medievales, así como algunos restaurantes vascos, que les llevan a planear a traducir las etiquetas de este vino -embotellado en bodegas Navayerri, con producciones de entre 14.000 y 20.000 botellas, según vengan las añadas- al euskera.
Entre el resto de sus enseñas, más minoritarias, figuran Amargone, Devilish, White Yeti, Orgullo y No phone».
Por su parte, la firma «Vinos Divertidos» (Bodegas Bal D’Isabena) incluye en su cartera enseñas como «Cojón de Gato» o «Teta de Vaca», en un apuesta que, según su gerente José Marco, les ayuda a diferenciarse de la fuerte competencia en el sector.
La compañía está especializada en recuperar variedades autóctonas en peligro de extinción y sus vinos están amparados por la Denominación de Origen Somontono y, en algunos casos, con la DO Calatayud o con la marca de Vinos de la Tierra de Castilla.
Venden 150.000 botellas al año de todas sus enseñas y facturan de unos 700.000 euros (a cierre de 2012), cifra que crecerá en 2013.
Un producto para consumir y disfrutar
Cuentan con altas puntuaciones en guías de catas, y buscan llegar a cinco países -Japón, México y Bélgica, Alemania y EEUU- y así compensar la pérdida de distribuidores en España por la crisis.
No quieren hacer reservas, grandes reservas ni vinos «para guardar» ni «para gurús», sino productos «correctos» en calidad «para consumir» y disfrutar, por ejemplo, para una cena con amigos.
«Buscamos vinos que gusten al consumidor que es nuestro jefe», apunta el gerente de esta bodega, que tiene diez años de vida, aunque el concepto de «vinos divertidos» no empezó hasta hace seis años como fórmula para especializarse.
De ahí, que también produzca marcas rompedoras como Ojo de Liebre y María de la O; nombres desenfadados pensados para los jóvenes, tanto hombres y mujeres, entre 25 a 40 años de edad; y para los «experimentales», dispuestos a «probar cosas nuevas».
Muchos jóvenes ven el consumo de vino como algo «de padres o de abuelos», por lo que «queremos buscar un acceso más fácil» para este nuevo publico: «no hace falta ser un gurú» para probarlos, insiste.
«Un buen vino es el que te gusta; hay que quitarle seriedad»; a su juicio, hay que darle un componente divertido y desenfadado a las propuestas de la bodega, que juega con presentaciones gráficas y etiquetas para lograrlo.
Se han hecho populares por sus apuestas innovadores de márketing e incluso realizan organizan rutas de tapas eróticas por España.
Entre sus últimos lanzamientos, «un vino de cine», más económico, con el perfil de Alfred Hitchcok (marca «Alfredico») y la nueva enseña «Ola K ase» -han registrado el fenómeno viral en Internet que le da su nombre-, que intenta buscar a los «lambrusqueros», a quienes les gustan vinos muy fáciles y con un punto de azúcar y gas.
Visto en agroinformacion.com.